No tienes la mente abierta, eres intolerante


No tienes la mente abierta, eres intolerante

SOCIEDAD


Entender : "Yo tolero tu vegetarianismo, tolera que yo coma carne" Dar al carnista una imagen gratificante y consensual; hacer de la postura ética una simple cuestión de elección personal e invalidar el cuestionamiento político y filosófico.

Los vegetarianos no son una masa uniforme y homogénea, pero son por todas partes una minoría. De hecho, son forzados a "tolerar" las expresiones del carnismo y del especismo dominante a diario. Pero tolerar no quiere decir callarse y apoyar ni tampoco abstenerse de toda crítica. En nombre de la "tolerancia" y del "respeto", caemos en el relativismo el más estéril. ¿Debemos, por tanto, aceptar la injusticia para no hacer controversia? Si los oponentes a todas las formas de discriminación y de los sistemas opresivos se hubiesen contentado con aceptar el relativismo bajo el pretexto de la "tolerancia", y hubiesen aceptado que la opresión fuera dejada al criterio de cada uno, ninguna práctica reconocida hoy como indigna no hubiese sido abolida. Juzgar los actos y reflexionar sobre sus implicaciones éticas, es una necesidad y una responsabilidad social. Se trata de poner en relieve las contradicciones e insuficiencias de la ética dominante, cuestionarla para hacerla progresar.

El vegetarianismo militante no pretende distribuir los puntos buenos y los puntos malos. Se trata de condenar con firmeza las ideas y los actos, no las personas. La mayoría de los vegetarianos no nacieron vegetarianos. Ellos mismos han contribuido mucho a las prácticas que se denuncian en la actualidad. Por lo tanto, no se trata de juzgar a la gente, sino de reconocer que todos somos víctimas de un sistema ideológico y socio-económico.

Cuestionar un condicionamiento sociocultural que está tan profundamente arraigado en el imaginario y en las prácticas como el consumo de carne exige una reflexión sobre la sociedad, sobre nuestras formas de pensamiento y de representaciones, así como un trabajo sobre sí mismo, que demuestra una gran apertura de espíritu.

Del mismo modo, incluir a los animales no-humanos en la esfera de nuestra consideración ética es bastante contra corriente de las concepciones comúnmente admitidas. Otra vez aquí tenemos una gran apertura de espíritu.

De hecho, los vegetarianos no se niegan a tomar en cuenta los argumentos a favor del consumo de carne a los cuales son confrontados sistemáticamente. Ellos lo conocen muy bien por haberlo durante mucho tiempo compartido, cuestionado y analizado. En general, un vegetariano conoce las problemáticas mientras que un carnista ignora la mayoría del tiempo todo del pensamiento vegetariano.

La intolerancia esta muy a menudo del lado de quien intenta, con burlas y sofismos, ocultar el debate que intenta introducir el vegetarianismo, o impediendo de mil maneras al vegetariano de aplicar su modo de vida respetuoso hacia los seres sintientes. Quien intenta defender en el espacio público, de manera racional y argumentada, la condición animal, se da cuenta de que la intolerancia y el sarcasmo son más probables por parte de los partidarios del sistema actual.

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